viernes, 23 de octubre de 2009

El Georges, amb la Marta (Directora Docent) i en Rafael Ros,
l’Alcalde de La Roca del Vallès, després de l’entrevista que ens
va concedir per la revista escolar a “Trobades Casuals”.


Queridos amigos y queridas amigas, soy George Sampson, y ante todo os doy las gracias por los mensajes que me habéis enviado. Es un honor poder contar con vuestra colaboración y participación en esta iniciativa humana que es la lucha contra esta lacra que destruye tantas vidas y tantos sueños que en mayúsculas se llama DROGAS.

En segundo lugar os pido disculpas si por mi condición de preso y las limitaciones que conlleva la misma, no os haya podido contestar vuestras consultas antes.
En este sentido, quisiera felicitar y animar a todas aquellas personas que hayan tomado la valiente decisión de luchar contra su adicción a las drogas, iniciando de esta manera un camino muchas veces llenos de obstáculos y adversidades que, ciertamente requiere una voluntad de hierro, perseverancia, constancia y, sobre todo, tener claro que la salud es lo que más importa, ya que sin ella la vida que es algo tan preciado, se acaba destruyendo convirtiéndonos en verdugos de nuestra propia muerte debido a nuestras propias imprudencias. Para poder dejar de consumir cualquier tipo de droga se ha de ser muy radical en el sentido de poner en primer lugar el valor supremo de nuestra vida como la prioridad, puesto que sin la vida simplemente no existiríamos y, como por regla de la naturaleza la vida siempre va de la mano de la salud, es nuestro deber humano si queremos vivir al menos dignamente bien, cuidar nuestra salud y así, evitar ciertos abusos que a la larga llegan a convertir nuestra vida en una pesadilla.


El amor a los demás debe ir de la mano del amor a uno mismo, ya que en la vida nunca se puede amar a los demás si no somos capaces de amarnos a nosotros mismos y, entender el significado del valor de nuestra propia vida y nuestra salud. Teniendo en cuenta el máximo valor de la vida y la importancia de nuestra salud, incrementamos nuestra autoestima y nuestra seguridad personal y esto, desde luego, llega a transmitir en nuestros seres queridos y, en todo nuestro entorno, la sensación de bienestar, seguridad, satisfacción y equilibrio emocional que nos hace sentir orgullosos de nuestra lucha de superación.

En concepto de solidaridad quisiera aportar una parte de mi testimonio en lo que se refiere a mis momentos iniciales en el consumo de las drogas. Intentaré ser conciso, para no aburriros.

Yo nací en un pueblo llamado Soweto en Sudáfrica, y en plena época dorada del gobierno xenófobo del régimen del apartheid en Sudáfrica, que precisamente, encarceló el Sr. Nelson Mandela (Premio Nobel de la Paz) durante veintisiete años por su lucha contra la política racista que practicaba el citado gobierno. Tuvo que pasar casi dos siglos (1615 llegada de la primera colonia holandesa a Ciudad del Cabo) hasta que en 1994 y, después de la presión ejercida por la comunidad internacional a consecuencia de las torturas, represión racista y los asesinatos indiscriminados cometidos por el régimen del apartheid, se liberara a Nelson Mandela y, se celebrara las primeras elecciones democráticas, instaurando a continuación un gobierno democráticamente legítimo presidido por el Sr. Nelson Mandela.

A mis diez años de edad (1973), el régimen del apartheid arrestó a toda mi familia por haberse protestado en reiteradas ocasiones contra los abusos que ejercía este contra la población negra. Pues, el citado arresto se culminó con las correspondientes torturas y la desaparición de mi familia bajo circunstancias extrañas, que lo más probable es que fuesen asesinados por el régimen.
Aquel entonces la población autóctona negra estaba sometida a una represión racista de segregación entre blancos y negros, ejercida por el gobierno xenófobo que entre otras cosas suprimió todos sus derechos civiles, por ejemplo la supresión del derecho a la propiedad, el derecho a votar y el derecho de la igualdad social entre blancos y negros.

Encontrándome huérfano después de la desaparición de mi familia como muchos niños negros de la época, como consecuencia del conflicto acabé en la calle mendigando y viviendo en los ghetos, donde empecé a tener contacto con la marihuana como mi primera experiencia con la droga, ya que en África existe una tendencia por falta de información a creer que el cánabis no es perjudicial para la salud. Además, existe una interpretación errónea sobre el efecto del consumo de cánabis, en cuanto se suele asociar su consumo con tener buen apetito. Otro factor que implica el consumo es la falta de alternativas formacionales y laborales que puedan ayudar erradicar la marginalidad en que se encuentran sometidos muchos jóvenes que acaban abocados a la exclusión social forzosa y, que mayormente viven en los ghetos.

Quizás si mi infancia no hubiese coincidido con esta contienda política y, convirtiéndome en víctima de la misma, probablemente no hubiera tenido la desgracia de acabar en los ghetos ni tener mi primer contacto con las drogas ni con la exclusión social. El régimen del apartheid me privó de toda la protección que yo necesitaba para desarrollar mi infancia en las condiciones idóneas.

En los ghetos había todo tipo de drogas y gente sin escrúpulos que aprovechaban de las desgracias de los demás, sea para ofrecerles drogas, esclavizarles y abusos de todo tipo. La única manera de poder sobrevivir en este tipo de avispero es integrándote en una pandilla y aceptando las reglas impuestas por los más veteranos del grupo y, así ellos te ofrecerían protección ante los otros grupos. No obstante, todos estos grupos viven en la clandestinidad y mayormente sobreviven llevando a cabo actividades ilícitas, ya que están condenados a la exclusión social por el régimen del apartheid y, además, ni siquiera estaba permitido para que la población negra pudiera organizarse legalmente.

Continuará…


Esperamos vuestros comentarios y testimonios y, nos podrás pedir cualquier tipo de consejos, que desde luego estaremos encantados de contestaros.



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